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viernes, 14 de enero de 2011

Alimentación: segunda causa prevenible de cáncer


¿sabes cual es tu IMC, tu peso ideal, tu % de grasa?

Les compartimos hoy en Feliz y Saludable de la Sociedad Anticancerosa de Venezuela, “La Alimentación es responsable de 35% de los casos de cáncer a nivel mundial”. Tomen sus previsiones. De mi pequeña familia tica, mi abuelo Profesor don Jesús Vega Orozco y mi Tío Dr. Carlos E. Vega, han fallecido de cáncer.  En Venezuela y Caracas, mi país natal, conocemos mucha gente que ha fallecido de ésta enfermedad.  Recordemos que el cáncer es curable si se diagnostica a tiempo.

En Venezuela, el cáncer representa la segunda causa de muerte de la población. Evitar los factores de riesgo, consumir una dieta variada y balanceada, practicar actividad física moderada y mantener un índice de masa corporal adecuado, son herramientas clave para salvar vidas

El cáncer es una enfermedad que afecta a un alto porcentaje de personas en el mundo entero, bien sea porque lo padece directamente o porque algún ser querido lo sufre o lo ha sufrido. En Venezuela, la enfermedad neoplásica (ver neoplasia) representa la segunda causa de muerte de la población, según indican los datos extraídos del Anuario de Mortalidad del Ministerio del Poder Popular para la Salud (0ficina Central de Estadística e Informática, 2001).

Si se exceptúa al tabaco como principal causa de cáncer, puede decirse que entre 29,3 y 40,6% de la incidencia de esta enfermedad podría prevenirse con medidas relacionadas al cuidado de la dieta, el control del peso y la actividad física (Liang, 2001)..

Estudios epidemiológicos, respaldados con experimentos en animales in vitro, han contribuido a proporcionar conocimiento sobre el vinculo entre dieta y prevención efectiva del cáncer (Allen, 2008; Divisi, 2006; Kabat, 2007; Kim, 2008; Wu, 2004).


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Los datos actualmente disponibles evidencian que existe una relación inversa entre el riesgo de cáncer y el consumo de hortalizas, frutas, cereales integrales, fibra dietética, ciertos micronutrientes y ciertos tipos de grasa, así como la práctica de actividad física (Liang, 2001). También existe una relación directa entre riesgo de cáncer y consumo de grasa total (ciertos tipos de grasas −por ejemplo, grasas saturadas−) y alcohol, así como la obesidad (medida como índice de masa corporal BMI alto) y ciertos métodos de preparación de comidas tales como ahumar, salar, escabechar y cocer la carne a altas temperaturas (Divisi, 2006; Key, 2004; Pérez, 2004).

Por otra parte, la deficiencia de componentes esenciales de una dieta sana como vitaminas, minerales, proteínas y fibra, ha sido asociada a la aparición de algunos tipos de cáncer (Key, 2004).

Frutas y hortalizas: los datos epidemiológicos respaldan de forma contundente la aparente asociación inversa entre consumo de hortalizas y frutas y el riesgo de desarrollar cáncer (más de 250 estudios caso-control y de cohorte lo confirman). Investigaciones realizadas en países con diversas prácticas dietéticas evaluaron los riesgos de varios tipos de cáncer, utilizando distintos tipos de evaluación dietética. A pesar de las limitaciones en la metodología y variaciones a través de los estudios, existe una evidencia convincente de asociación inversa entre el consumo de hortalizas y frutas y el riesgo de contraer cáncer de boca y faringe, esófago, pulmón, estómago, colon y/o recto.

Los efectos protectores se han atribuido a varios componentes, de los cuales sólo algunos son nutrientes (Haddad, 1999). Cada día se descubren otros factores en este grupo de alimentos que sugieren cierta protección de las frutas y hortalizas, por ello se recomienda valorar su consumo; no sólo por los nutrientes sino también por sus otros constituyentes (Willet, 1998).

Entre los principales factores protectores se encuentran los carotenoides, la vitamina C, la vitamina A. El ácido ascórbico y el β-caroteno se consideran elementos antioxidantes implicados en el mantenimiento y reparación de la célula y del ácido desoxirribonucleico (ADN). Los antioxidantes protegen al ADN y a la membrana celular (Agudo, 2007; Subhasree, 2009). Por ello, es importante conocer que las dietas ricas en antioxidantes tienen un efecto protector contra el cáncer (World Cancer Research Fund y American Institute for Cancer Research, 1997).

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Estudios epidemiológicos asocian el elevado consumo de los carotenoides presentes en las frutas y hortalizas con un menor riesgo de ciertos tipos de neoplasias, degeneración macular asociada con la edad y enfermedades cardiovasculares (Agudo, 2007).

Fibra Dietética: datos de la epidemiología sugieren que los riesgos de cáncer colorrectal y de mama pueden disminuirse incrementando el consumo de fibra dietética y de alimentos ricos en fibra, incluyendo verduras, frutas y cereales integrales. Al respecto, el European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition (EPIC) realizó un estudio a nivel mundial que hizo seguimiento por seis años a casi 520 mil personas, encontrando una relación inversa entre la toma de fibra en dosis alta, con la incidencia de cáncer de intestino grueso (donde el mayor efecto correspondía al colon izquierdo y el menor al recto).

Grasas: se han llevado a cabo muchas investigaciones sobre la asociación de grasa total, comidas ricas en grasas específicas (como carnes rojas, por ejemplo) y tipos de cada grasa o ácidos grasos con riesgo de cáncer. En conjunto, los hallazgos sugieren que la relación entre grasa y riesgo de cáncer depende del tipo de grasa consumida, más que del consumo total de grasa (Granados, 2006). Algunas investigaciones sugieren que el consumo de aceite de oliva puede reducir el riesgo de cáncer de mama. El aceite de oliva es rico en ácido oleico, un ácido graso monoinsaturado, y también contiene numerosos antioxidantes fenólicos que podrían inhibir la reproducción de células defectuosas. Por tal motivo, se recomienda ampliamente el consumo habitual de aceite de oliva; por ejemplo: como aderezo para ensaladas.

Grandes estudios epidemiológicos que están en marcha, tales como el European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition (EPIC), tienen la posibilidad de proporcionar información adicional muy valiosa sobre los roles que tienen los factores dietéticos específicos en la etiología del cáncer.

Con respecto al paciente oncológico:

El paciente oncológico tiene un elevado riesgo de sufrir malnutrición debido a las características del tumor maligno y a los tratamientos aplicados, cosa que a su vez puede repercutir tanto en la progresión del tumor, como en la respuesta a la terapia aplicada, afectando la esperanza de vida del paciente. En este sentido, la interacción entre el médico oncólogo tratante y el nutricionista clínico es fundamental para realizar una adecuada Valoración del Estado Nutricional de cada individuo, no sólo para diagnosticar los casos de malnutrición en los distintos momentos de la enfermedad, sino también para detectar los pacientes con mayor riesgo de padecerla, con el fin de indicar un abordaje apropiado, tanto de los tratamientos oncológicos como de las recomendaciones nutricionales, según sea el caso (Pérez, 2004).



“La lonchera de mi hijo”

En Venezuela se han realizado múltiples programas para fortalecer los conocimientos sobre una alimentación balanceada, los cuales han tenido aciertos y desaciertos. Las estadísticas del Instituto Nacional de Nutrición demuestran que no se han obtenido los resultados esperados por los programas aplicados en estos últimos años en el país, y por ello ha sido clara la necesidad de contar con proyectos que realcen el valor de la educación de la familia y la comunidad para impulsar mejoras en las condiciones de vida.

Con este panorama de fondo, la Sociedad Anticancerosa de Venezuela ha emprendido campañas educativas a nivel nacional, buscando suplir el vacío informativo que existe en relación a los hábitos que permiten llevar una dieta balanceada, y haciendo énfasis en un mayor consumo de fibra, frutas, hortalizas y en la disminución en la ingesta de grasas saturadas.

Para reforzar y complementar las campañas masivas de esta índole, el Departamento de Educación de la Sociedad Anticancerosa de Venezuela ha emprendido el proyecto “La lonchera de mi hijo” a fin de abordar de manera más directa a las comunidades y, en especial, a los niños y niñas de cuarto grado de primaria que entren en el rango de 8 a 12 años. Además, dicho programa también suministra a las instituciones educativas, directores, padres, madres, representantes y docentes información clara, oportuna y útil sobre cómo y por qué estimular la adopción de buenos hábitos alimenticios.

Este proyecto comenzó a ejecutarse en el período escolar 2008-2009 en instituciones educativas de la Gran Caracas, bajo la coordinación del Departamento de Educación de la SAV y con la participación de estudiantes universitarios y la integración de delegados docentes de cada una de las instituciones de educación primaria asociadas al proyecto.

Fuentes bibliográficas:

1. BIBLIOGRAPHY \l 8202 Oficina Central de Estadística e Informática. (2001). Anuario estadístico de Venezuela 1999. OCEI.
2. Agudo, A. C. (2007). Fruit and vegetable intakes, dietary antioxidant nutrients, and total mortality in Spanish adults: findings from the Spanish cohort of the European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition. The American Journal of Clinical Nutrition , 85, 1634–42.
3. Allen, N. a. (2008). Animal foods, protein, calcium and prostate cancer risk: the European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition. British Journal of Cancer , 98, 1574 – 1581.
4. Carroll, K. (1975). Experimental evidence of dietary factors in hormone-dependent cancers. Cancer Research , 35, 3374-3383.
5. Divisi, D. D. (2006). Diet and cancer. Acta Biomed , 77, 118-123.
6. Granados, S. Q. (2006). Lípidos de la dieta y cáncer. Nutrición Hospitalaria , 21 (2), 44-54.
7. Haddad, E. S. (1999). Vegetarian food guide pyramid: a conceptual framework. American Journal of Clinical Nutrition , 70 (1), 615S-9S.
8. Kabat, G. M. (2007). A cohort study of dietary iron and heme iron intake and risk of colorectal cancer in women. British Journal of Cancer , 97, 118-122.
9. Key, T. S. (2004). Diet, nutrition and the prevention of cancer. Public Health Nutrition , 7 (1), 187–200.
10. Kim, E. H. (2008). A prospective study of grapefruit and grapefruit juice intake and breast cancer risk. British Journal of Cancer (98), 240 – 241.
11. Liang, V. W. (2001). Evaluation of Botanicals and Dietary Supplements Therapy in Cancer Patients. The Journal of Nutrition. , 131, 179S–180S.
12. Pérez, R. (2004). La alimentación en la génesis y prevención del cáncer. En C. Gómez, Soporte Nutricional en el Paciente Oncológico. Madrid-España.
13. Subhasree, B. B. (2009). Evaluation of antioxidant potential in selected green leafy vegetables. Food Chemistry , 115, 1213–1220.
14. Willet W. Food Frequency Methods en: Nutritional Epidemiology. 2da Edición. New York: Oxford University Press, 1998;74-100.
15. World Cancer Research Fund y American Institute for Cancer Research. Food, Nutrition and the Prevention of Cancer: a Global Perspective. Washington: Banta Book Group, 1997;670.
16. Wu, B. and col. «Dietary Corn Oil Promotes Colon Cancer by Inhibiting Mitochondria-Dependent Apoptosis in Azoxymethane-Treated Rats.» Society for Experimental Biology and Medicine, 2004.

Feliz y Saludable viernes 14 de enero de 2011.  Rafael A. Vilagut, rafaelvilagut@gmail.com  Deja tu comentario.

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