Hoy estrenamos oficialmente nuestro nuevo edificio de oficinas corporativas en San José de Costa Rica y es un motivo de gran alegria para quienes tenemos como cruzada el bienestar y la nutrición de la mano de Herbalife líder indiscutible. Por supuesto me refiero a las nuevas oficinas de Herbalife Costa Rica situadas en Paseo Colón entre las calles 30 y 32. Nuestras instalaciones en el centro de la ciudad son un espacio diseñado exclusivamente para nuestros Distribuidores Independientes que nos visitan de toda Costa Rica y de todo el mundo.
El año pasado estrenamos los cuarteles generales en Los Angéles y ha pasado a ser un sitio de interés turistico y arquitectonico para los visitantes de esa ciudad. Nuestro edificio corporativo en los Estados Unido logró la certificación de Leadership in Energy and Environmental Design (LEED® / Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental) por el diseño ecológico de nuestras oficinas en LA Live en el centro de Los Ángeles.
Pero no todas las empresas y todas las personas tienen la suerte de estrenar oficinas o trabajar en un ambiente óptimo. Sabías que hasta un 30% de los edificios pueden tener problemas para la salud, para muestra lo que sucede con las instalaciones de la Asamblea Legislativa en San José de Costa Rica. Por eso hoy en Feliz y Saludable les contamos sobre el Síndrome del Edificio Enfermo (SEE).
Síndrome del Edificio Enfermo
En muchos casos, durante la vida útil de un edificio, los índices de contaminación pueden excederse debido a las malas condiciones internas de suciedad, polvo, humedad, gases tóxicos, hongos y aguas detenidas, o bien crear cuadros absolutamente nuevos de contaminación en su interior.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), ha definido como Síndrome del Edificio Enfermo (SEE) al conjunto de molestias y enfermedades, originadas por el mal estado de un edificio y que afectan a más del 20 por ciento de los ocupantes. El tipo de dolencias que producen es variado: jaquecas, náuseas, mareos, resfriados persistentes o irritaciones de las vías respiratorias, piel y ojos. Entre estas afecciones las alergias ocupan un papel importante.
“Los estudios publicados acerca del SEE indican que las mujeres y los jóvenes son los más afectados por los efectos irritantes de los elementos contaminantes de un edificio, debido a que ambos colectivos poseen un menor umbral de reacción que hombres y adultos, aunque existe una gran variabilidad individual. Además, las personas con patologías alérgicas, como el asma, son más sensibles al efecto irritante de estos contaminantes”, afirma el doctor Santiago Quirce, alergólogo de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid.
Según el doctor Quirce, las enfermedades relacionadas con los edificios se deben a diversos contaminantes procedentes de los materiales de construcción o presentes en el ambiente laboral de un edificio. Pueden tener un origen infeccioso por bacterias u hongos (legionella, aspergillus) o alérgico por ácaros, plantas, o animales y otros alérgenos que causan asma, dermatitis o neumonitis.
Fue a principios de los años setenta cuando se comenzó a hablar del SEE. La tendencia a un ahorro de energía y al aislamiento del exterior en los edificios de oficinas produjo la proliferación de locales herméticamente cerrados y sin ventilación exterior, los denominados edificios inteligentes. “El principal factor asociado con los síntomas de origen no específico de los pacientes es la falta de ventilación del exterior de los inmuebles, lo que implica un aumento de los contaminantes ambientales interiores (endotoxinas de las bacterias y micotoxinas de los hongos). De este modo, se ha determinado que un edificio no está adecuadamente ventilado cuando existe una tasa inferior a 10 litros de aire por segundo y persona, por lo que cuando esto no se cumple, existe un mayor riesgo de sufrir estas molestias”, asegura el doctor Quirce.
Estos contaminantes ambientales son compuestos orgánicos volátiles formados por sustancias químicas de bajo peso molecular, que son liberadas por el equipamiento sintético o de plástico que amuebla las oficinas (muebles, ordenadores, fotocopiadoras, etcétera) o a través del sistema de acondicionamiento del aire, y que en el caso de las endotoxinas, su efecto en los empleados de una oficina es más tóxico que alérgico. El SEE ocurre cuando se produce una concentración de compuestos contaminantes por causa de la falta de regeneración del ambiente con aire procedente del exterior.
“Otras causas pueden ser el humo del tabaco y un bajo nivel de humedad en el aire. Por ello se deben revisar los conductos de acondicionamiento de calor y frío, manteniendo los niveles que marca la ley vigente, ya que con frecuencia en las torres de refrigeración existen reservorios de agua que pueden verse contaminados con microorganismos como la legionella. Al mismo tiempo, continúa el doctor Quirce, “plantas tan frecuentes como el ficus benjamina o la flor de Pascua, pueden ser focos de alergia”.
Evitar la causa, eliminando o disminuyendo la concentración de contaminantes, y si esto no es posible, reubicando al trabajador en otra zona de la oficina o cambiando de empleo, además de tratar los síntomas de forma apropiada podrían ser algunas de las soluciones al problema.
Los expertos recomiendan realizar revisiones periódicas dentro de un programa de vigilancia para detectar alergias en fase precoz, y respecto al medio de trabajo, controlar periódicamente los niveles máximos tolerables de contaminación.
La Buena Ventilación
La mala calidad del aire interior se da cuando la ventilación no es lo suficientemente adecuada como para mantener las concentraciones de contaminantes a niveles que no produzcan problemas de salud a los ocupantes. El sistema de climatización no sólo debe controlar los contaminantes, sino que debe proveer un entorno cómodo. La percepción de aire quieto o estancado, olores, corrientes de aire o temperatura y humedad incorrectas conduce a la incomodidad; y la incomodidad, aunque sea sutil, puede ser el comienzo de quejas sobre la calidad del aire interior. En general, estas quejas se producen cuando el sistema de climatización no satisface las necesidades de los ocupantes. De las más de 1.200 investigaciones de calidad del aire interior realizadas en los últimos años por el Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional (NIOSH), más de la mitad fueron atribuidas a una ventilación inadecuada.
En este sentido la Organización Mundial de la Salud estima que hasta el 30 por ciento de los edificios de oficinas de todo el mundo pueden tener problemas significativos, y que entre el 10 y el 30 por ciento de los ocupantes de estas instalaciones sufren efectos de salud que están, o se percibe que están, relacionados con una calidad del aire interior deficiente.
Resumiendo: las preocupaciones sobre la calidad del aire interior son una realidad para los propietarios, administradores y ocupantes de edificios. Es cierto que no se puede satisfacer a todos los inquilinos todo el tiempo pero, sin embargo, es posible y necesario un ambiente de trabajo saludable y seguro. Fuente: Map.es.
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