📉 El dólar, Trump y el nuevo orden económico: ¿renacimiento industrial o fantasía proteccionista? rafaelvilagut@gmail.com
La posible reelección de Donald Trump trae consigo una ambiciosa propuesta económica que recuerda a viejas jugadas del ajedrez financiero global*. ¿Busca realmente Estados Unidos debilitar el dólar sin perder su papel hegemónico? ¿Y es esto siquiera factible en un mundo multipolar? En este nuevo episodio de Feliz y Saludable, analizamos la segunda pata del proyecto económico “Trump 2.0”.
El rol del dólar como moneda hegemónica
Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, el dólar ha sido la moneda de reserva por excelencia. Esta condición se intensificó en los últimos 15 años, cuando bancos centrales de todo el mundo compraron bonos del Tesoro de EE. UU. como activo refugio.
Pero esta demanda sostenida encareció al dólar frente a otras divisas, debilitando a la industria exportadora estadounidense y fortaleciendo sectores como el financiero y el tecnológico. La actual administración Trump pretende revertir esta tendencia con un ambicioso objetivo: abaratar el dólar para reindustrializar el país y mejorar su balanza comercial, sin que eso debilite su papel como divisa de reserva global.
Un precedente histórico: El Acuerdo Plaza de 1985
No es la primera vez que EE. UU. recurre a una estrategia similar. En 1985, el llamado Acuerdo Plaza —firmado por EE. UU., Japón, Alemania, Francia y Reino Unido— logró devaluar el dólar frente al yen y el marco alemán. El resultado fue una reducción sustancial del déficit comercial estadounidense (de 150.000 millones a solo 30.000 millones en cinco años).
Sin embargo, también tuvo consecuencias no deseadas: Japón, por ejemplo, aceptó a regañadientes y terminó entrando en una larga crisis económica. Hoy, la situación es aún más compleja y la correlación de fuerzas, distinta.
¿Una estrategia “Mar-a-Lago”?
El llamado “Acuerdo de Mar-a-Lago” no es un pacto formal, sino una serie de conversaciones estratégicas que Trump mantuvo con líderes internacionales en su residencia de Florida. Según diversas fuentes, uno de los temas centrales fue cómo depreciar el dólar sin perder el privilegio de emitir la moneda de reserva global.
Una propuesta discutida fue que grandes tenedores de deuda estadounidense (como la UE, China o Japón) sustituyeran bonos a corto plazo con altos intereses por bonos a 100 años con intereses bajísimos. Esto reduciría la demanda inmediata de dólares (depreciando la moneda), pero mantendría a EE. UU. como emisor confiable a muy largo plazo.
¿Por qué otros países aceptarían esta jugada?
Aquí entra en juego otra carta maestra del “estilo Trump”: los aranceles estratégicos. Tal como detalla en su libro El Arte de Negociar, Trump no solo ejerce poder, sino que crea la percepción de tener aún más poder del que muestra. Los aranceles suspendidos “por 90 días” o las amenazas contra China y la UE son parte de esa táctica de presión.
La idea es simple: “acepten los nuevos términos financieros... o les cerramos el mercado americano con impuestos al comercio exterior”.
Pero esta vez el tablero global ha cambiado
En 1985, tres cuartas partes del mundo estaban bajo regímenes comunistas o en desarrollo, y EE. UU. era indiscutiblemente la potencia dominante. Hoy el mundo es más complejo: existen bloques como los BRICS, el Mercosur, una Unión Europea menos sumisa y una China que planta cara abiertamente. El multilateralismo es ahora la norma.
Aunque EE. UU. sigue cumpliendo las tres condiciones para el dominio financiero global (confianza en su divisa, seguridad jurídica y fuerza militar), ya no puede imponer su voluntad sin consecuencias.
China, por ejemplo, ya respondió con aranceles del 84% a productos estadounidenses, y Trump contraatacó con un 125% a todas las importaciones chinas. La tensión va en aumento y podría derivar en una nueva guerra comercial de consecuencias globales. Es por ello que ayer sábado Trump volvió a recular y se anunció que los celulares, computadores y otros dispositivos electrónicos que no se fabrican en los EE.UU. quedaban fuera de la lista de muy altos aranceles recíprocos.
¿Tiene sentido económico este plan?
Más allá de las tensiones geopolíticas, hay un tema de fondo: ¿no será que el problema no es el dólar fuerte, sino el cambio estructural de la economía mundial?
Hoy, el sector industrial ya no es el motor del crecimiento. La economía global se mueve hacia el conocimiento, los datos, la inteligencia artificial y la automatización. Sectores de valor añadido reemplazan progresivamente a la manufactura clásica. Es decir, la desindustrialización no fue solo culpa del dólar, sino también una consecuencia de la transformación tecnológica.
Conclusión
La nueva visión económica de Trump busca resucitar el músculo industrial de EE. UU. a través de una depreciación controlada del dólar, sin perder el liderazgo financiero. Es una jugada compleja, de alto riesgo y con pocos precedentes exitosos en un mundo tan fragmentado como el actual.
Lo que queda claro es que, de imponerse este modelo, el dólar seguirá en el centro de la tormenta global, y el mundo deberá adaptarse —o resistirse— a una nueva oleada de proteccionismo disfrazado de diplomacia.
Feliz y Saludable domingo de Ramos, 13 de abril de 2025, tiempo de Semana Santa! San José de Costa Rafael Vilagut, rafaelvilagut@gmail.com
*Artículo relacionado: sábado, 12 de abril de 2025, Trump, la Reserva Federal y Costa Rica: ¿Un juego económico con consecuencias globales? enlace: https://felizysaludable.blogspot.com/2025/04/trump-la-reserva-federal-y-costa-rica.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario