Fernando Botero nació el 19 de abril de 1932 en Medellín, en el medio de la familia conformada por su padre David Botero, su madre Flora Angulo y su hermano cuatro años mayor, Juan David. Cuatro años después de su nacimiento, en 1936 nació su hermano menor, Rodrigo. El mismo año, falleció su padre.
En 1944 asistió a la escuela de tauromaquia en la plaza de La Macarena de Medellín, con el banderillero ‘Aranguito’, a petición de un tío, quien no se imaginaba que su verdadera vocación era la pintura. Tuvo un percance con los toros, lo que hizo que él los dejara. Es de notar que en ese período hizo su primera obra, una acuarela de un torero. Una vez que su familia comprendió su vocación, Botero realizó su primera exposición en Medellín en 1948.
Realizó ilustraciones para un periódico local (El Colombiano), con lo que financiaba sus estudios, redactó un artículo sobre Picasso, lo que le acarreó la expulsión del Colegio Bolivariano, plantel en el que estudiaba, ya que sus dibujos fueron considerados como obscenos, y debió culminar sus estudios en el Liceo de la Universidad de Antioquia. Itineró entre sus afamados estudios de esculturas de Pietra Santa, Italia y los de pintura en París (Francia), Nueva York (Estados Unidos de América) y de Montecarlo (Principado de Mónaco); así mismo, dedicó tiempo al dibujo algunos días del año en Zihuatanejo, México y Rionegro, en Colombia.
Oportunidad para invertir, escultura Hombre a Caballo, bronce, 7kg 16x32x27cm Fernando Botero Angulo1984, adquirida en 1990 en Bogotá, Colombia a un trader de
arte recomendado desde Caracas, precio negociable.
Su obra se inscribe en un original interpretación del estilo figurativo. Desde sus inicios Botero ha recurrido a escenas costumbristas, inicialmente con una pincelada suelta de colores oscuros (con ocasionales contrastes fuertes) cercana al expresionismo y desde finales de los años 1960, ha recurrido a una pincelada cerrada, con figuras y contornos más definidos.
Una vez terminados sus estudios secundarios en 1950, se trasladó a Bogotá en 1951, donde tuvo contacto directo con algunos de los intelectuales colombianos más importantes de la época. Ese mismo año, Botero realizó sus dos primeras exposiciones individuales y en la galería Leo Matiz dio un muy buen avance a su carrera. Posteriormente, se radicó en Toly pagó su estadía con un mural. A su regreso a Bogotá, con el óleo Frente al mar ganó el segundo puesto en el IX salón nacional de artistas.
En 1952, con el dinero recibido por el premio y con la venta de algunas de sus obras, Botero llegó a Europa en ese muro que salía desde el puerto de Buenaventura en el Pacífico colombiano. Llegó a España, primero a Barcelona y se estableció luego en Madrid, donde se inscribió en la Real Academia de Arte de San Fernando y para garantizar su sostenimiento, hacía dibujos y pinturas a las afueras del Museo del Prado.
En 1953 pasó el verano en París con el cineasta Ricardo Iragarri, y luego se mudó con él a Florencia, se inscribió en la Academia de San Marcos, donde recibió un fuerte influjo del arte del renacimiento italiano, estudiando especialmente la obra de Piero della Francesca, Paolo Uccello y Tiziano, entre otros. Su encuentro con el libro Los pintores italianos del Renacimiento de Bernard Berenson y con la obra de Paolo Uccello (especialmente con el díptico de la Batalla de San Romano en la Galería Uffizi) habrían de ser determinantes para su experimentación con el volumen en la pintura, especialmente por la noción de "valores táctiles" y tridimensionalidad que Berenson le adjudicó a Ucello y Giotto en sus obras.
Tras su regreso de Italia en 1955, el artista decidió hacer una exposición en Bogotá de las obras realizadas en Europa, de las cuales obtuvo muchas críticas, pues en ese momento el país estaba influido por la vanguardia francesa, lo que le acarreó una fría recepción.
Luego de esta difícil experiencia, Botero se casó con Gloria Zea, con quien en 1956 partió a Ciudad de México. Nuevas influencias se fueron haciendo visibles en su obra, especialmente la del pintor colombiano Alejandro Obregón con su lenguaje moderno y la del mexicano Rufino Tamayo con su desbordante color. Por otra parte, la obra del muralismo mexicano, que tanto le había desvelado en su juventud, ahora parecía desilusionarle, por lo cual decidió estudiar sus nuevas influencias y centrarse durante un tiempo en la experimentación del volumen a partir de bodegones. A partir de esta indagación Botero descubrió un lenguaje propio que primero se evidenciaba en objetos de sus naturalezas muertas y que posteriormente empezaba a crear en personajes humanos que interactuaban con sus objetos. Un año después, expuso por primera vez en Nueva York: el éxito comenzaba a acompañarle. Fernando Botero logró a intensificar sus batallas personales, sus combates lienzo a lienzo, del arte contra el tiempo y de la belleza contra la muerte.
Botero regresó a Bogotá y en el año de 1958 fue nombrado docente de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia. Este presentaba una obra de formato grande, al XI Salón de Artistas Colombianos. Concebida con la consciencia de ser una obra maestra, Botero obtuvo con La Camara degli sposi (Homenaje a Mantegna) el primer premio en el salón, consolidándose como el pintor más importante de este año en Colombia. Ese mismo año expuso en varias galerías de Estados Unidos. En una de estas exitosas exhibiciones del mismo año, La Camara degli sposi fue vendida a un empresario en Chicago, y desde entonces la obra desapareció. Numerosos críticos e historiadores de arte latinoamericanos la han señalado como una de las obras más importantes del arte colombiano por ser un punto de la consolidación del lenguaje pictórico de Botero, y por abrir las puertas a la nueva figuración que después experimentarían otros pintores jóvenes. La obra había causado una gran polémica al ser inicialmente descartada del salón, luego reintegrada y finalmente premiada. Despertaba una tremenda duda en el público y en los jurados que inicialmente concibieron la obra como una caricatura de La Cámara de los Esposos del pintor renacentista Andrea Mantegna. Marta Traba tuvo que mediar para explicar que los artistas hacían recreaciones artísticas en las cuales aludían o hacían homenajes a otras obras que les precedían, y que el lenguaje "feísta" usado por Botero era una pintura de gran calidad y poder visual.
En el matrimonio con Gloria Zea, directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá, Botero tuvo tres hijos: Fernando, Lina y Juan Carlos. Este último nacido el mismo año en que el decidió separarse de su primera esposa.
Digital Entrepreneur, Author, Researcher, Educator, Coach, Teacher. He lives and works between Caracas (Venezuela), Barcelona and Madrid (Spain) and Central America Panama, Costa Rica, and Nicaragua. ENLACE: https://linktr.ee/ravilagut Rafael Alberto Vilagut - ravilagut@ymail.com CEO y fundador del Movimiento La 2da Oportunidad M2O. Telegram/youtube @ralviv
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