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miércoles, 16 de julio de 2025

China responde con hechos: innovación, cooperación y una visión global más allá del miedo

 

China responde con hechos: innovación, cooperación y una visión global más allá del miedo

Mientras en Estados Unidos se reactiva el discurso del “peligro chino” cada vez que se flexibiliza alguna medida comercial, en Pekín se abre paso una realidad muy distinta: cooperación, apertura y visión a largo plazo. La tercera edición de la China International Supply Chain Expo (CISCE), que arrancó esta semana en la capital china, es una muestra tangible de que el mundo no se detiene pese a los bloqueos, sanciones y narrativas alarmistas.

Con más de 650 empresas e instituciones de 75 países, y acuerdos por más de 21.000 millones de dólares en su edición anterior, esta feria se consolida como un nodo clave del comercio global. Incluso gigantes tecnológicos como Nvidia —con su CEO Jensen Huang presente— siguen apostando por el mercado chino, a pesar de la presión política interna en EE.UU.

El dilema de los chips: ¿prohibir o vender?

El reciente anuncio de Nvidia de retomar la venta de su chip H20 a China ha desatado una tormenta política en EE.UU. Voces del gobierno han salido a aclarar que se trata de un producto “depreciado” o “nada especial”. Pero ¿por qué venderlo entonces? Según varios analistas en China, esta contradicción revela dos cosas:

  1. La política de contención tecnológica ha fracasado. China ha demostrado resiliencia y capacidad para innovar por cuenta propia.

  2. La competencia económica es inevitable, y buscar un desacople total es tan perjudicial como inviable.

Desde la perspectiva china, la decisión de permitir nuevamente la venta del chip H20 no es una concesión, sino una corrección de una política fallida, que perjudicaba tanto a empresas estadounidenses como al comercio global.

El discurso del miedo y la autocontradicción

Resulta llamativo cómo los principales medios estadounidenses como The New York Times oscilan entre dos narrativas opuestas: cuando se prohíben exportaciones a China, alertan sobre el auge de Huawei; cuando se autorizan ventas, acusan al gobierno de "regalarle ventaja" al competidor. Pase lo que pase, siempre se culpa a China.

Esta lógica alimenta un clima de desconfianza, donde los intereses nacionales son secuestrados por posturas ideológicas. Y sin embargo, en paralelo, la presencia de empresas estadounidenses en la expo de Pekín creció un 15% respecto al año anterior, con un aumento del 10% en el espacio reservado. ¿Cómo se explica esta aparente contradicción? La respuesta es sencilla: el mercado chino sigue siendo estratégico, y las empresas lo saben, más allá del ruido político.

Innovación para 1.400 millones, no para complacer a Occidente

China no está buscando “superar a EE.UU.” como fin último. Su objetivo es mucho más claro: elevar el nivel de vida de más de 1.400 millones de personas a través de la modernización y la innovación tecnológica. Esa es la fuerza que impulsa su desarrollo. Las restricciones, sanciones y bloqueos sólo han hecho que se acelere este proceso.

Mientras algunos políticos estadounidenses siguen atrapados en una visión de suma cero, la realidad global ya cambió. Las cadenas de valor se han diversificado, la interdependencia tecnológica es un hecho, y la cooperación gana terreno frente a la confrontación.

Una lección desde Pekín

Desde la tribuna de la CISCE, el viceprimer ministro He Lifeng criticó duramente las políticas que buscan “repatriar la manufactura” a fuerza de tarifas y restricciones, sin mencionar directamente a EE.UU. Su mensaje es claro: el proteccionismo es una receta para la fragmentación, no para el crecimiento.

China insiste en una lógica distinta: cooperar no es perder, y aislarse no es protegerse. Empresas como Nvidia lo entienden. Las cifras lo confirman. Y los pasillos llenos de innovación en la expo de Pekín lo demuestran.


Conclusión

Quienes deseen entender el futuro del comercio global, la tecnología y la innovación, deberían observar con atención lo que sucede en eventos como el CISCE. Porque más allá del miedo, de la narrativa del “enemigo”, y de las viejas recetas proteccionistas, hay una realidad imparable: la cooperación sigue siendo el motor del progreso mundial.


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