Democracia en Costa Rica bajo la lupa: instituciones, inmunidad presidencial y señales en un contexto global
Por MSc Rafael Vilagut Vega, Financial Advisory Latam
Feliz y Saludable – rafaelvilagut@gmail.com 17 de diciembre de 2025
Costa Rica ha sido, durante décadas, una excepción positiva en América Latina. Sin ejército desde 1948, con alternancia política, elecciones competitivas y un sistema de pesos y contrapesos que, pese a sus imperfecciones, ha funcionado razonablemente bien. En un continente marcado por dictaduras, golpes de Estado y autoritarismos de distinto signo, la democracia costarricense ha sido vista —dentro y fuera del país— como estable, predecible y confiable.
Sin embargo, ninguna democracia es inmune a tensiones. Y los hechos ocurridos recientemente en Costa Rica obligan, al menos, a una reflexión serena.
Los hechos: inmunidad, Asamblea y polarización
En una segunda votación, la Asamblea Legislativa negó levantar la inmunidad al presidente Rodrigo Chaves Robles, solicitada por el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) en el marco de una investigación por presunta beligerancia política. El resultado —35 votos a favor y 21 en contra— fue prácticamente idéntico al de una votación anterior realizada en septiembre.
Respaldaron la negativa las fracciones oficialistas, Nueva República, cinco diputados socialcristianos y un diputado independiente. Desde el punto de vista estrictamente legal, la decisión se ajusta al marco constitucional vigente, que otorga a la Asamblea la potestad de autorizar o no el levantamiento de la inmunidad presidencial.
Paralelamente, el clima político se ha visto tensionado por el inicio de la campaña electoral y por declaraciones duras desde distintos sectores, incluyendo calificativos como “dictador” dirigidos al presidente, incluso desde el entorno familiar de figuras aspirantes a la Presidencia.
Estos elementos, tomados en conjunto, no configuran una ruptura democrática, pero sí revelan un aumento de la confrontación política.
¿Qué nos dice esto sobre la democracia costarricense?
Desde una perspectiva comparada, es importante separar tres planos:
1. Plano institucional
Costa Rica sigue mostrando:
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Elecciones libres y competitivas
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Un Tribunal Supremo de Elecciones independiente
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Poder Judicial funcional
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Libertad de prensa y de expresión
En este sentido, Costa Rica se mantiene claramente dentro del grupo de democracias plenas o casi plenas, muy por encima del promedio latinoamericano y en línea con países de la OCDE.
2. Plano político
La negativa a levantar la inmunidad presidencial puede interpretarse de dos formas legítimas:
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Como una defensa del principio de estabilidad institucional
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O como una señal de politización del control político
Ambas lecturas conviven en cualquier democracia madura. Lo relevante no es la decisión aislada, sino la consistencia futura de las reglas: que estas se apliquen igual a oficialistas y opositores.
3. Plano discursivo y social
Aquí aparece el principal foco de alerta:
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Lenguaje cada vez más agresivo
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Etiquetas extremas (“dictador”, “autoritarismo”)
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Polarización prematura en un contexto electoral
Este fenómeno no es exclusivo de Costa Rica. Se observa en Estados Unidos, Europa y buena parte de América Latina. Pero en democracias pequeñas y altamente institucionalizadas como la costarricense, el deterioro del discurso puede erosionar la confianza más rápido que una mala ley.
Costa Rica frente a América Latina y el mundo
Comparativamente:
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Costa Rica no se parece a Nicaragua, Venezuela o Cuba, donde el poder electoral y judicial está subordinado al Ejecutivo.
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Tampoco muestra rasgos de autocratización acelerada como en El Salvador.
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Se asemeja más a democracias con alta tensión política como Chile, España o Estados Unidos, donde las instituciones resisten, pero el clima se enrarece.
En los índices internacionales de democracia, Costa Rica sigue ubicada en el cuartil superior, aunque con advertencias crecientes sobre polarización, desconfianza y desgaste institucional.
Reflexión final
La democracia no se rompe de un día para otro.
Se desgasta lentamente cuando:
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El lenguaje sustituye al argumento
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La política sustituye a la institucionalidad
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La desconfianza sustituye al debate
Los hechos recientes en Costa Rica no indican el fin de la democracia, pero sí recuerdan que ningún país está vacunado contra el deterioro democrático.
El desafío no es escoger bandos, sino defender reglas, instituciones y respeto mutuo, incluso —y sobre todo— cuando los resultados no favorecen a todos.
Costa Rica aún está a tiempo. Y eso, en el contexto regional y global, no es poca cosa.
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