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miércoles, 24 de diciembre de 2025

Felipe VI y el futuro de España: lo que dijo, lo que no dijo y el error de mirar solo a Europa

 

Lo que dijo y lo que no dijo Felipe VI en su mensaje de Navidad 2025

¿El futuro de España está solo en Europa… o también en el mundo iberoamericano?

El tradicional mensaje de Navidad del rey Felipe VI en 2025 volvió a insistir en una idea central que la Casa Real viene repitiendo desde hace años: España es y debe seguir siendo profundamente europea, tanto en valores como en proyecto político, económico y social. El monarca reivindicó la Transición, la Constitución de 1978 y la adhesión a la entonces Comunidad Económica Europea como hitos decisivos para la modernización del país, subrayando que Europa trajo libertades, prosperidad y estabilidad democrática.

Todo eso es cierto.
Pero no es toda la verdad.

Lo que dijo el Rey: Europa como ancla de estabilidad

Felipe VI habló con claridad sobre los riesgos que enfrenta la democracia española: extremismos, radicalismos, populismos, desinformación y una creciente desafección ciudadana hacia la política. Alertó sobre la fragilidad de la convivencia, apeló al diálogo, al respeto institucional y a la “especial ejemplaridad” de los poderes públicos en un contexto de hastío social.

También destacó los grandes desafíos actuales:

  • el aumento del costo de la vida,

  • la dificultad de acceso a la vivienda,

  • la incertidumbre laboral asociada al cambio tecnológico,

  • y el impacto cada vez más trágico de los fenómenos climáticos.

El mensaje fue sobrio, institucional y coherente con el papel constitucional del monarca. España, según el discurso, debe reafirmarse en Europa, en sus principios y valores, como parte de un proyecto común de futuro.

Lo que no dijo el Rey: el mundo que habla español

Sin embargo, en un mundo cada vez más multipolar, hubo una ausencia notable:
👉 la casi total falta de referencia estratégica a Iberoamérica y al conjunto de países hispanohablantes.

España no es solo un país europeo.
España es también el principal nodo histórico, cultural, lingüístico y empresarial del espacio iberoamericano, una comunidad de más de 600 millones de personas, con enormes desafíos, sí, pero también con un potencial económico, demográfico y cultural que Europa —en claro envejecimiento— ya no tiene.

Mientras la Unión Europea enfrenta:

  • bajo crecimiento estructural,

  • tensiones internas,

  • crisis de liderazgo,

  • dependencia energética y tecnológica,

Iberoamérica sigue siendo:

  • joven,

  • urbana,

  • rica en recursos naturales,

  • culturalmente cercana,

  • y estratégicamente clave en un mundo donde EE. UU. y China compiten por influencia.

Europa no basta: España necesita una visión bicontinental

El error no está en apostar por Europa.
El error está en apostar solo por Europa.

España podría —y debería— liderar una estrategia que combine:

  • Europa como marco institucional,

  • Iberoamérica como espacio natural de expansión económica, cultural y financiera.

Portugal lo entiende mejor que España. Francia lo hace con África. Reino Unido lo hace con la Commonwealth.
España, en cambio, parece incómoda con su propio mundo natural.

Economía, finanzas y oportunidades perdidas

Desde una perspectiva de Finanzas Felices, esta omisión es especialmente relevante.
Las grandes oportunidades de crecimiento para empresas españolas, fondos de inversión, banca, infraestructura, energía, educación y tecnología no están solo en Bruselas, Berlín o París, sino en Bogotá, Lima, Ciudad de México, Santiago, Panamá, San José o incluso Miami como puente hispano.

La falta de una narrativa clara desde la Jefatura del Estado sobre el valor estratégico del espacio iberoamericano se traduce también en:

  • menor ambición geopolítica,

  • menor liderazgo económico,

  • y una visión excesivamente defensiva del futuro.

Convivencia sí, pero también proyecto

El Rey tiene razón al insistir en la convivencia, el diálogo y la moderación.
Pero la convivencia sin proyecto ilusionante se agota.

España necesita algo más que recordar la Transición.
Necesita imaginar su lugar en el mundo en los próximos 30 años.

Y ese lugar no puede definirse solo mirando al norte.
Debe mirarse también al oeste y al sur, hacia el mundo que comparte idioma, historia, redes humanas y oportunidades.

Conclusión: Europa es parte del futuro, no todo el futuro

El mensaje de Felipe VI fue correcto, prudente y técnicamente impecable.
Pero fue incompleto.

España no debe elegir entre Europa o Iberoamérica.
Debe liderar desde Europa hacia Iberoamérica.

Porque el futuro de España no es solo europeo.
Es, querámoslo o no, iberoamericano, hispanohablante y global.

Y cuanto antes se diga con claridad —desde las instituciones, la economía y la sociedad civil—, mejor preparados estaremos para los tiempos exigentes que vienen.


A todos los suscriptores de este espacio Feliz Navidad, les desea Rafael A. Vilagut-Vega Estratega Financiero, rafaelvilagut@gmail.com 

 

 

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