🌈 "La libertad y el amor no pueden ser prohibidos": Orgullo LGBTIQ+ 2025 en Budapest y San José
Por Rafael Vilagut Vega | Blog Feliz y Saludable
El fin de semana del 28 y 29 de junio de 2025 quedará marcado en el calendario como uno de los más poderosos en la historia reciente de la lucha por los derechos humanos y la diversidad sexual, tanto en Europa como en América Latina. Mientras en Budapest, Hungría, unas 200.000 personas desafiaron una prohibición oficial para marchar por los derechos de la comunidad LGBTIQ+, en San José, Costa Rica, se vivió una jornada colorida, crítica y pacífica, en defensa de la inclusión y la libertad de ser.
🇭🇺 Budapest: resistencia en una Europa cada vez más polarizada
A pesar de que la policía húngara prohibió la marcha invocando una ley impulsada por el gobierno ultranacionalista de Viktor Orbán, la ciudad de Budapest se convirtió en un símbolo de resistencia: miles tomaron las calles bajo el lema “La libertad y el amor no pueden ser prohibidos”.
El alcalde Gergely Karácsony, figura clave del ecologismo europeo, encabezó la manifestación junto a la vicepresidenta del Gobierno de España, Yolanda Díaz. También estuvieron presentes alcaldes y representantes de otras capitales europeas como Barcelona, París, Atenas y Londres, quienes expresaron solidaridad frente a las crecientes restricciones a los derechos de la diversidad en Hungría.
Una encuesta del instituto Publicus mostró que el 78 % de la ciudadanía de Budapest rechazaba la prohibición, lo que confirma que la marcha no fue solo un acto festivo, sino un acto cívico-político de masas que desbordó cualquier cálculo oficial.
🇨🇷 San José: una democracia que debate su esencia
En contraste, en Costa Rica —país que históricamente se ha presentado como un referente democrático en Centroamérica—, la Marcha del Orgullo LGBTIQ+ 2025 se llevó a cabo con gran entusiasmo desde la estatua de León Cortés hasta el edificio central de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS).
Sin embargo, este año el gobierno de Rodrigo Chaves prohibió la participación de menores de edad en el evento de cierre, alegando la presencia de trajes "inapropiados" o "expresiones sexualizadas". La comunidad respondió con una acción creativa y firme: no hubo evento de cierre. En su lugar, los artistas se desplegaron a lo largo de la ruta, en una especie de marcha viva, donde el mensaje era claro: "no nos escondemos ni nos metemos al clóset".
Los asistentes portaron banderas arcoíris, carteles como “ser quien eres no es rebeldía, es resistencia”, y otros aún más emotivos como “esta mamá te ama con todos tus colores”. Padres, madres, sindicatos, iglesias progresistas, y hasta el cuerpo diplomático —incluyendo las embajadas de España, Francia, México y Alemania— respaldaron el evento. Fue una muestra del tejido social plural que sigue creyendo en una Costa Rica diversa, abierta y democrática.
¿Un espejo o un contraste?
Los eventos en Hungría y Costa Rica nos obligan a reflexionar: ¿qué tan sólida es la democracia cuando empieza a restringir los espacios de expresión y libertad de ciertos sectores? ¿Por qué en Europa del Este se censura con leyes lo que no se puede detener con ideas, y por qué en América Latina persiste el intento de controlar las formas del amor, la familia y la identidad?
Ambos casos revelan algo profundo: el Orgullo ya no es solo una fiesta, es una plaza pública de resistencia y dignidad. Es un recordatorio de que la libertad no se mendiga, se ejerce. Y que, como decía uno de los carteles más aplaudidos de la marcha en Costa Rica: "No estamos educando a nuestros hijos para el clóset, sino para el respeto."
Cierre
Así como Budapest desafió el autoritarismo con una marcha histórica, San José reafirmó que los derechos no deben negociarse ni limitarse por prejuicios. En un mundo convulso, polarizado y cambiante, las calles siguen siendo el escenario donde se defiende lo más básico: el derecho a existir y amar en libertad.


