💰 El caso BCR-SAFI: cuando la confianza se convierte en riesgo — más de mil inversionistas costarricenses exigen justicia
💥 Más de mil inversionistas costarricenses reclaman justicia por el caso #BCRSAFI.
Presuntos sobreprecios, fallas regulatorias y silencio institucional dejan a adultos mayores sin sus ahorros.
📰 Lee el análisis completo en mi blog Feliz y Saludable.
🎥 Entrevista completa: Así es – Rodrigo Carazo
La polémica por los fondos inmobiliarios del Banco de Costa Rica (BCR-SAFI) destapa una cadena de irregularidades, sobreprecios y omisiones que han dejado a cientos de adultos mayores sin los ahorros de toda su vida. Una historia de dinero, poder y silencio que cuestiona la credibilidad del sistema financiero público.
Un escándalo financiero en pleno desarrollo
En Costa Rica, pocas veces un escándalo financiero había tocado tan de cerca a la clase media y a los adultos mayores como el caso del Fondo Inmobiliario No Diversificado administrado por BCR-SAFI, filial del Banco de Costa Rica. Lo que comenzó como una promesa de inversión segura, respaldada por bienes raíces y por la reputación de un banco estatal, se transformó en un dolor de cabeza para más de mil inversionistas que hoy reclaman transparencia, restitución y justicia.
El vocero del grupo #EstafadosxBCRSAFI, Rodrigo Carazo, lo explicó recientemente en el programa Así es, conducido por el abogado Federico Malavassi. En la entrevista disponible en YouTube Carazo detalla cómo el Banco de Costa Rica y su sociedad administradora habrían incurrido en presuntas irregularidades en la gestión de los fondos y en la compra de propiedades. Las adquisiciones, como el Parque Empresarial del Pacífico y varias bodegas industriales, se realizaron —según investigaciones periodísticas y documentos regulatorios— a precios inflados hasta en decenas de millones de dólares.
La Superintendencia General de Valores (Sugeval) y el Consejo Nacional de Supervisión del Sistema Financiero (Conassif) determinaron que existían suficientes indicios de fallas graves de gestión y ordenaron al Banco de Costa Rica realizar un aporte de aproximadamente 70 millones de dólares para proteger a los inversionistas afectados. Sin embargo, el BCR optó por impugnar la resolución judicialmente, lo que mantiene congeladas las compensaciones y agrava el sentimiento de frustración entre los afectados.
Un patrón que se repite
Este no es un caso aislado. En los últimos años, el sistema financiero costarricense ha enfrentado situaciones similares: Coopeservidores, Aldesa, Interbolsa, entre otros, han evidenciado que la confianza mal administrada puede transformarse en un riesgo sistémico.
En todos los casos, los más perjudicados son los pequeños inversionistas y pensionados que confiaron en el respaldo institucional sin disponer de asesoría financiera independiente.
El escándalo BCR-SAFI también deja al descubierto una falla estructural: el conflicto de interés entre la gestión comercial de los bancos estatales y su rol fiduciario, especialmente cuando administran fondos de inversión o fideicomisos. Cuando las compras inmobiliarias se realizan con sobreprecios o sin estudios independientes, el riesgo de pérdida se traslada directamente al ahorrante.
El impacto humano
Más allá de los números, hay historias personales: jubilados que dependían de los rendimientos del fondo para pagar sus medicinas o sostener a sus familias; familias enteras que confiaron sus ahorros de vida a un instrumento que el propio Estado promocionó como “seguro”.
Los afectados han organizado manifestaciones frente al BCR y han entregado peticiones formales a la Asamblea Legislativa. Muchos se sienten “doblemente estafados”: primero, por las decisiones de inversión cuestionables; y luego, por la lentitud de las autoridades para ejecutar las medidas correctivas.
La responsabilidad institucional
El BCR, como banco estatal, tiene una responsabilidad fiduciaria y ética superior. No basta con alegar que el fondo era “independiente” o que las decisiones fueron “legales”. La legitimidad de un banco público se sostiene en la confianza ciudadana, y esa confianza se pierde cuando las resoluciones de los entes supervisores se evaden mediante recursos judiciales dilatorios.
Hoy el caso BCR-SAFI no solo es una disputa entre ahorrantes y una institución bancaria. Es una prueba de fuego para el sistema financiero público costarricense, y para la credibilidad de sus mecanismos de regulación y control. Si los responsables no asumen su papel con transparencia y celeridad, el costo reputacional para el país será alto y duradero.
Conclusión: recuperar la confianza, no solo el dinero
El caso BCR-SAFI es una lección para todos: inversionistas, reguladores y entidades financieras.
Muestra la urgencia de educación financiera, de asesoría independiente y de una verdadera cultura de rendición de cuentas.
Costa Rica necesita un sistema financiero público fuerte, pero también honesto y responsable.
Si el Banco de Costa Rica quiere honrar su nombre, debe actuar sin evasivas, reparar el daño y devolver la confianza.
Y si los reguladores quieren recuperar credibilidad, deben garantizar que los afectados tengan justicia pronta, no juicios eternos.
✍️ Rafael Vilagut Vega "Uno no planea fracasar pero fracasa por no planificar" - diversifique sus inversiones - no tenga todo su patrimonio en el mismo país que reside o que trabaja.
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