¿El mayor mercado negro del planeta? Drogas vs. petróleo en la era de las sanciones
Cuando hablamos de mercados negros solemos pensar primero en las drogas: cocaína, heroína, marihuana o fentanilo. Sin embargo, en los últimos años ha surgido un competidor inesperado: el petróleo que circula fuera de los canales legales, en especial el proveniente de países sancionados como Rusia, Irán y Venezuela.
La pregunta es inevitable: ¿qué mueve más dinero en las sombras, las drogas o el petróleo? Esto ocurre mientras las bolsas en Nueva York cierran positivas y los futuros de petróleo bajando fuertemente Brent del Mar del Norte - 2.17% y WTI en Texas, -2.25%.
El mercado de las drogas: un gigante consolidado
La producción y el consumo de drogas ilícitas están en máximos históricos. La cocaína, por ejemplo, alcanzó cifras récord en 2023 con más de 3.700 toneladas producidas en todo el mundo. Europa se ha convertido en un mercado clave con decenas de miles de millones de euros al año en ventas al menudeo.
El caso de la heroína es ilustrativo: estimaciones de hace una década ya calculaban su mercado minorista en más de 50 mil millones de dólares, solo para esa sustancia. A esto se suman drogas sintéticas como el fentanilo y la metanfetamina, que se expanden a un ritmo alarmante y con costos de producción mucho más bajos.
En conjunto, el mercado mundial de drogas ilícitas se mantiene como uno de los negocios criminales más rentables y estables, aunque difícil de medir en su totalidad.
El petróleo en la sombra: un mercado en auge
Mientras tanto, el petróleo sancionado o contrabandeado se ha convertido en un negocio que, en términos de valor, puede rivalizar con las drogas.
Solo Rusia, a pesar de las sanciones y del tope de precios impuesto por el G7, generó en 2024 más de 190 mil millones de dólares en ingresos petroleros. Gran parte de ese flujo se canalizó mediante la llamada “flota oscura”: más de 400 buques que operan con banderas de conveniencia, seguros de bajo nivel, apagado de sistemas de rastreo y transferencias barco a barco en alta mar.
Irán y Venezuela han perfeccionado prácticas similares. En el caso venezolano, la reciente inversión de más de 1.000 millones de dólares de la empresa China Concord Resources Corp en dos yacimientos busca aumentar la producción y alimentar ese circuito paralelo hacia Asia.
Los compradores clave son China e India, que absorben juntos más del 80% del crudo ruso. India, además, refina parte de ese petróleo y lo reexporta en forma de combustibles que terminan incluso en Europa, desafiando el espíritu de las sanciones.
¿Por qué Estados Unidos no frena esto de raíz?
Washington ha endurecido sanciones y publicado manuales técnicos para navieras, aseguradoras y bancos, con el fin de limitar la evasión. Pero no va más allá por un motivo evidente: un bloqueo total del petróleo ruso, iraní o venezolano dispararía los precios internacionales y podría provocar una crisis inflacionaria global.
El margen de maniobra es, por tanto, limitado. Se castigan intermediarios, se rastrea a las navieras, pero se evita un choque que desestabilice al mercado energético mundial.
Este mismo razonamiento puede ayudar a explicar por qué, pese a los señalamientos de ilegitimidad y violaciones a la democracia, no ha habido una intervención militar en Venezuela ni una presión internacional más contundente contra el régimen de Nicolás Maduro. Tras negarse a entregar la banda presidencial al ganador de las elecciones del 28 de julio de 2024, Maduro se consolidó como dictador. Sin embargo, la realidad energética internacional hace que muchos países prefieran tolerar su permanencia, pues Venezuela sigue siendo un proveedor estratégico en el mercado negro del petróleo.
Comparación: drogas vs. petróleo
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Si hablamos de contrabando puro y clásico, las drogas todavía dominan el mercado negro por volumen de ingresos y estabilidad.
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Si incluimos el petróleo sancionado pero vendido en la sombra, el valor anual del crudo ruso, iraní y venezolano puede igualar o incluso superar el de las drogas ilícitas, aunque con mayor visibilidad y dependencia de factores geopolíticos.
En pocas palabras: las drogas son el negocio criminal más constante, mientras que el petróleo en la sombra es un mercado negro geopolítico, intermitente pero capaz de mover cientos de miles de millones en un solo año.
Vivimos en una petro-sociedad enferma por las drogas
Hoy, el mundo enfrenta dos gigantes del mercado negro: las drogas, que destruyen vidas y financian carteles, y el petróleo en la sombra, que desafía sanciones internacionales y reconfigura el mapa geopolítico.
Ambos negocios muestran que, donde hay demanda y ganancias multimillonarias, la ilegalidad siempre encontrará caminos para prosperar. Y en esta carrera entre drogas y petróleo, la balanza depende de cómo definamos “mercado negro”: ¿un negocio criminal tradicional o un circuito global de evasión de sanciones energéticas?
Feliz y Saludable martes 26 de agosto de 2025, Rafael Alberto Vilagut, editor, rafaelvilagut@gmail.com, WhatsApp +506 6110 8665 San José de Costa Rica
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