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miércoles, 31 de agosto de 2022

Encuentro "atípico" entre los caquetíos y el Conquistador aragonés Juan Martínez de Ampiés en la Provincia de Venezuela.


Serie SomosFalconTV 'Mamparo' (III): Juan de Ampies y los españoles - La Fundación de Santa Ana de Coro https://youtu.be/g2Qlw7EXO4Q

Los caquetíos fueron un pueblo indígena americano perteneciente a la extensa familia de los arawakos que ocupó amplios territorios en el occidente de Venezuela estados Falcón, Lara, Yaracuy (donde yo nací) y Apure así como en las "islas de los Gigantes" Aruba, Bonaire y Curazao. Era un pueblo de cazadores-recolectores. 

Martín Manaure fue el patriarca en jefe de la Nación Caquetía más poderosa de Venezuela, y escribió su nombre en la historia, al ser uno de los pocos caciques en América del Sur en negociar con la colonización española a principios del siglo XVI en este caso con el aragonés Juan Martínez de Ampiés primer Gobernador de la provincia de Venezuela en tiempos de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico.

Manaure entró en contacto con los españoles hacia 1522-1523 por medio de sus caciques vasallos, quienes informarón a Gonzalo de Sevilla Agente del Gobernador de la naciente provincia, Juan Martín de Ampíes, que en su momento se encontraban en Aruba, del interés en las negociaciones de paz para el acuerdo mutuo de las dos partes en la región. Por medio de sus emisarios, Manaure estableció una alianza con Ampíes, única en la historia del Continente.

La historia de Juan de Ampíes: el 19 de mayo de 1511 fue nombrado Factor de Hacienda* de la isla La Española, con una remuneración de 80.000 maravedís anuales. Además, anexa al cargo, llevaba una regiduría en la ciudad de Santo Domingo. A finales de 1522 recibió autorización para repoblar con indios las llamadas “islas de los Gigantes” y la costa venezolana, porque estaban despobladas pese a tener “piedras de valor” —esmeraldas— y oro. Como no pudo ir personalmente, envió en su lugar a un hombre de su confianza, Gonzalo de Sevilla. En julio de 1524 envió una segunda expedición con el objetivo de continuar la pacificación de los indios y averiguar si existía oro.

La expedición fue un fracaso porque, en 1525, un navío español, capitaneado por Baso Zabala, saqueó el territorio capturando ciento treinta esclavos, lo que provocó el levantamiento de los indios. 
  
Pudo ocurir así como cuenta la leyenda de la india Judibana c.c. el Cacique de Paraguaná. Avisado Manaure de que se preparaba por los Taques una invasión de hombres blancos y se tenía proyectado destruir la vivienda del Cacique Hurehurebo, envió a su hermana Ayuramí a objeto de prevenir a éste. Inmediatamente de recibir el aviso, el joven Cacique tomó precauciones dispersando a los numerosos indios caquetios que residían o trabajaban en el gran conuco de su propiedad y junto con él cultivaban los sembradíos. En el rancho sólo quedaron Hurehurebo, Judibana, Ayuramí, varias mujeres y 20 arqueros muy dispuestos para la defensa. Mas a media noche una fuerte descarga de mosquetes les despertó a todos. El combate fue violento: bombas incendiarias acompañaban la lluvia de plomo que enviaban los mosqueteros y eran correspondidos con igual fiereza por las veloces flechas de los arqueros indígenas, quienes rodilla en tierra combatían heroicamente, aún con plena conciencia de su limitada capacidad de rechazo ante la temible fuerza de los salteadores. En el fragor de la lucha Judibana fue herida en una pierna, tal hecho despertó aún más a Hurehurebo y los suyos. La vivienda de madera, maures y paja, envuelta en llamas fue totalmente destruida. Varios arqueros pudieron huir por el monte; otros quedaron allí tendidos, muertos o heridos de gravedad, pero los pillos depredadores lograron capturar a unos cuantos, los que se encontraban más próximos a Judibana, entre ellos Hurehurebo y Ayurami. Los prisioneros incluso la guaricha sangrante, pero altiva e indómita, fueron llevados a Santo Domingo con el propósito de ofrecerlos en venta en un Mercado de Esclavos.
 
Ampiés protestó airadamente, pidiendo que no se esclavizasen los indios caquetíos de aquellos territorios porque eran de paz.  A Hurehurebo se le llamó Fernán García; a Judibana, Juana Manaure de García y a Ayuramí se le dio el nombre de Teresa Manaure. Igualmente todos los indios que les acompañaban recibieron, con el bautismo, nuevos nombres. En ceremonia católica se efectuó la boda de Judibana y su marido.
  
El 15 de noviembre de 1526 Juan de Ampíes obtuvo una nueva capitulación para continuar con sus actividades en las “islas de los Gigantes” y comerciar con los caciques de la costa venezolana. 
 
En 1527 fundó justo al lado del golfo de Venezuela, la villa de Santa Ana de Coro —hoy Coro a secas—. Una plaza que resultó estratégica para la conquista y pacificación del territorio de la Nueva Granada y que en breve pasaría del control de los españoles a los alemanes.

El 27 de marzo de 1528 la Corona concedió a los Welser, banqueros alemanes, el gobierno y la explotación de Venezuela. Pese a que se excluían expresamente “las islas que están encomendadas y tiene a su cargo el Factor Juan de Ampiés”, lo cierto es que dicha prerrogativa supuso un gran daño para sus intereses.

Pese a ello, en noviembre de 1528 se embarcó con destino a Aruba, Curaçao y Coro. Un tiempo después, llegó a esta última ciudad Enrique Alfinger, natural de la ciudad de Ulm, poniendo fin definitivamente a los sueños expansionistas de Ampiés. El aragonés se vio obligado a entregar “en paz” los territorios continentales.

Su estancia en Tierra Firme fue sólo temporal, porque Ampiés nunca abandonó definitivamente la isla La Española. De hecho, durante estos años siguió ostentando el cargo de regidor del Cabildo de Santo Domingo; así figuraba en su propia capitulación de 1526 y en un acta del Cabildo dominicano que él mismo firmó el 8 de junio de 1528.

El 8 de Febrero de 1533 falleció en La Española el viejo factor. Dejó como herederas a su esposa, Florencia de Ávila y, en última instancia, a su hija Beatriz, desposada años después con el humanista sevillano Lázaro Bejarano. A juzgar por el inventario que realizó el licenciado Vadillo llegó a amasar una cuantiosa fortuna: un ingenio azucarero en la ribera de Nigua, a ocho leguas de la capital, varias casas a medio construir en el centro de Santo Domingo, sesenta esclavos negros y varios hatos ganaderos con quinientas yeguas y dos mil ochocientos carneros y ovejas. No obstante, reconoció deber al fisco 5.000 castellanos, que se cobraron de sus bienes.

Para más detalles de esta parte de la historia de Venezuela leer la historia completa de la india Judibana en: https://www.erepublik.com/en/article/999188 y recomendamos ver los cinco episodios de la Serie venezolana SomosFalconTV 'Mamparo'. Para el blog Feliz y Saludable por Rafael A. Vilagut Vega, 31 de agosto de 2022 rafaelvilagut@gmail.com 
 
Blog relacionado del 20 de agosto 2002, "El Pardo trazado limítrofe entre España y Portugal de 1761: Del Puerto de las Perlas a la expedición de José Iturriaga y Aguirre".

*Un factor fue un alto oficial nombrado por el rey para que ejerciera funciones de gobierno y control en la Casa de la Contratación de Indias junto a otros oficiales reales, un tesorero y un contador.

 


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