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jueves, 1 de septiembre de 2022

Jerónimo de Ortal y la familia Ordas incursionan el río Orinoco en el siglo XVI.


Mi hermoso país VENEZUELA, por rafaelvilagut@gmail.com para Feliz y Saludable, 1 de setiembre de 2022.
 
Video, Los Secretos del ORINOCO oculto por siglos, Venezuela Salvaje en HDhttps://youtu.be/zzarVOhnIAs El conquistador aragonés Jerónimo Ortal, de Zaragoza, exploró en 1531 las cuencas del Orinoco y de los ríos Huyaparí y Meta como tesorero de la expedición de Diego de Ordas, se lo contamos.  
 
El golfo de Paria​ se encuentra en la parte Norte de la desembocadura del delta del río Orinoco, en el océano Atlántico, al norte de América del Sur, y sus aguas y costas las comparten las repúblicas de Trinidad y Tobago y Venezuela.
 
Jerónimo de Ortal, a quien hemos nombrado los dos últimos episodios, nació en Zaragoza, c. 1500 – Santo Domingo (República Dominicana), 1538 post. Conquistador, expedicionario, y gobernador.

Soldado en las campañas de Navarra de 1516 y 1521 y en el asedio y toma de Fuenterrabía, Guipúzcoa de 1522, poseía una personalidad inquieta que se sintió atraída por las Indias, hacia donde embarcó alrededor de 1525.

Fue uno de los capitanes y tesorero de la expedición de Diego de Ordás, que en junio de 1531 penetró al interior de Venezuela, siguiendo el curso del Orinoco en busca de posibles minas de oro. El grupo regresó un año después sin nada más que leves indicios e informaciones de indios de la posible existencia de un país interno rico en oro. Pero estas simples consejas levantaron nuevas expectativas y deseos de continuar explorando.

Como en esa zona había algunos problemas de jurisdicción por unos antiguos derechos de los habitantes de la isla de Cubagua, que representaba Ortiz de Matienzo, en 1532 Ordás viajó a España para obtener licencia para nuevas exploraciones.

Diego de Ordás murió en el viaje y fue Jerónimo de Ortal quien retomó el interés por la zona. Gracias a la amistad con Francisco de los Cobos —consejero y secretario del emperador Carlos I—, obtuvo la gobernación del golfo de Paria y derechos de explotación de factorías en la zona, por capitulación firmada en Monzón con fecha de 25 de octubre de 1533. Pero Ortal no pretendía establecer en la zona rescate ni comercio alguno, sólo deseaba obtener derechos sobre el territorio para penetrar en su interior en busca de oro. Así lo demuestra que, estando en España, comenzó a reclutar cientos de hombres, armas, naves y tablazones para más adelante construir bergantines que le permitieran organizar una flotilla expedicionaria remontando el Orinoco.

Ortal arribó a Paria en octubre de 1534 con la única intención de lograr más pertrechos y hombres para internarse por el Orinoco, y alcanzar la provincia del Meta en busca de un supuesto Dorado, sobre cuya existencia circulaban ya diversas informaciones y era comentario generalizado. En esos momentos se creía que el oro de los indios del Perú estaba en el interior de la zona ecuatorial a la que se podía llegar desde la región del Meta.

Ortal mandó por delante a su lugarteniente Alonso de Herrera, quien había organizado un grupo expedicionario en Paria mientras esperaba el arribo de los barcos de la Península. Herrera debía remontar a pie el Orinoco, mientras unas semanas después Ortal debía comenzar la navegación con bergantines por el río. El punto del primer encuentro era el pueblo de Huyapari; o bien por las prisas de Herrera o bien por el retraso acumulado de Ordás, Herrera siguió río arriba sin esperar a su jefe. Pero al llegar a la tierra de los llanos del Meta fueron atacados por los indios. Herrera murió en el combate y la diezmada expedición quedó al mando de Álvaro Ordás, sobrino de Diego, quien prudentemente decidió regresar hasta la desembocadura del Orinoco.

Mientras, Jerónimo Ortal se encontró con múltiples problemas en Cubagua que retrasaron la construcción y abasto de los bergantines. Entre ellos, los pleitos con el gobernador de Trinidad, Antonio Sedeño. Cuando finalmente logró adentrarse por las aguas del Orinoco, tuvo que recoger a la derrotada hueste de Álvaro Ordás. A pesar de los malos augurios y las calamidades que le anunciaron los supervivientes de Herrera, Ortal prosiguió, por vía terrestre, hasta alcanzar las aguas del Meta. Mas no pudo adentrarse mucho más. Enfermo y derrotado abandonó la búsqueda de El Dorado y regresó a su gobernación. La expedición resultó un fracaso absoluto, pero contribuyó a propagar todavía más la leyenda, y a que otros conquistadores se animaran a organizar expediciones penetrando desde las bocas del Orinoco, convencidos de que el oro de los indios peruanos provenía de una mítica ciudad dorada en las latitudes ecuatoriales del interior venezolano.

De regreso a Paria, Ortal ejerció como gobernador, y en agosto de 1535, fundó San Miguel de Neverí. Con la mente puesta en la posibilidad de organizar una nueva expedición hacia el interior, debió pleitear con otros conquistadores y sofocar una rebelión de sus soldados, lo que le llevó a rendir cuentas frente a la Audiencia de Santo Domingo, donde permaneció casi año y medio, y donde contrajo matrimonio. No debió de lograr nuevas licencias o financiación para nuevas incursiones, ya que a partir de 1538 se pierde su rastro.

Diego de Ordas es más antiguo que Ortal, de Castroverde de Campos (León), 1480 – Océano Atlántico, 1532. Conquistador y explorador. Las primeras noticias de este protagonista lo presentan ya en Indias, junto a sus hermanos Pedro, Francisca y Beatriz, acompañando en 1509 al gobernador Alonso de Ojeda en su fracasado periplo por el territorio de Urabá en la llamada Tierra Firme —actual Colombia—. En dicha empresa, Ordás estuvo presente en la derrota de Turbaco (febrero de 1510), donde el experimentado piloto y cartógrafo Juan de la Cosa y setenta de los trescientos españoles que viajaron con Ojeda, murieron a manos de los indios de la actual zona de Cartagena. Ese mismo año, embarcó hacia Cuba para participar junto a Diego Velázquez, hombre rico y poderoso natural de Cuéllar (Segovia) y uno de los vecinos originales de La Española, en la conquista y pacificación de la isla (1511). Junto a Velázquez, Ordás actuó en Cuba con hombres con los que poco después compartió destino, caso de Hernán Cortés, Pedro de Alvarado, Bernal Díaz del Castillo o con personajes de la singularidad de Bartolomé de Las Casas que aún no había descubierto su verdadera vocación religiosa en defensa de los indios.

Ordás, acompañado de otros capitanes y algunos soldados, acompañó a Cortés a entrevistarse por primera vez con el emperador Moctezuma (9 de noviembre de 1519), con el que llegó a establecer trato durante su cautiverio inicial. Durante el episodio de la “Noche Triste” en el que los españoles fueron expulsados inicialmente de la ciudad (30 de junio de 1520), Ordás formó parte de la vanguardia, recibiendo tres heridas y perdiendo por ello un dedo. Tras la victoria de Otumba (7 de julio de 1520) contra los aztecas perseguidores, Cortés le puso al mando de una de las tres compañías de españoles que participaron en la conquista de Tepeaca —municipio del actual estado de Puebla—. En octubre de 1520 regresó a España para dar cuenta de los sucesos acaecidos tras la “Noche Triste” y defender a Cortés, junto a Francisco de Montejo, contra las reclamaciones de Velázquez y las intrigas del arzobispo y poderoso amigo del gobernador de Cuba, Juan Rodríguez de Fonseca. Ejemplo de ello fue su detención temporal por los oficiales de la Casa de Contratación de Sevilla para responder de un contrabando de 110 marcos de perlas que se había traído de La Española y había vendido en la ciudad de Lisboa.

Unos años despues, Ordas fundó en Tierra Firme la villa de San Miguel de Paria 14 de junio de 1531, donde se quedó cerca de cuatro meses recobrando fuerzas y construyendo bergantines para afrontar la aventura fluvial.

El 23 de junio, Ordás fue el primer europeo en remontar el Orinoco desde una de sus bocas en el delta. Su objetivo era llegar hasta su cabecera basándose, entre otras ideas, en la que asociaba la existencia de oro con el calor de la zona ecuatorial. La creencia de que los climas eran determinantes para la existencia de metales preciosos era una idea muy extendida en la época. Los metales, como las plantas, crecerían y abundarían más en las cálidas zonas interiores ecuatoriales. La penetración pronto se volvió penosa debido a lo pantanoso del delta, la falta de brisa que obligaba a remolcar las balsas contracorriente, el hambre por la falta de alimentos, las enfermedades y la hostilidad indígena. Envió a uno de sus capitanes, Juan González a explorar la Guayana y, aunque regresó con noticias esperanzadoras de una tierra poblada y con recursos, Ordás insistió en seguir río arriba. Llegaron a la confluencia con el Meta —frontera llanera actual entre Venezuela y Colombia—, donde los rápidos de Atures y Maipures junto a las bajas sufridas terminaron por frenar la expedición. Ordás regresó a la desembocadura del Orinoco no sin antes asegurarse, por informaciones indígenas, de la existencia de inmensas riquezas en el interior de las montañas donde, en una supuesta provincia del Meta, existiría un mundo paralelo en riquezas al conquistado por Cortés.

Ordás se retiró convencido de un éxito futuro en la empresa del Meta y porque con los escasos hombres que llevaba y las dificultades impuestas, le hubiera resultado imposible alcanzar su objetivo. Sin embargo, ya no pudo intentarlo de nuevo. Su proyecto de situarse en la zona de Cumaná —en la costa venezolana actual—, como nueva base de operaciones hacia el Meta, fracasó por la oposición de las autoridades de Cubagua —isla situada frente a la costa venezolana y conocida entonces como la isla de las Perlas por su gran industria perlífera—. Pedro Ortiz de Matienzo, conquistador, principal mercader de perlas avecindado en la isla y representante de los derechos de los habitantes de Cubagua, se opuso a la presencia de Ordás por temor a perder el monopolio de las perlas y el control de la zona litoral de la cual dependían para su subsistencia. Lo mandó encarcelar (abril de 1532) en la ciudad de Nueva Cádiz de Cubagua y finalmente lo remitió para ser enjuiciado por la Audiencia Real de Santo Domingo en La Española. Ésta le devolvió la libertad y Diego de Ordás, enfermo y debilitado, decidió regresar a España para recabar nuevos apoyos y ampliar su concesión a la zona cumanesa.

No consiguió su propósito porque murió el 22 de julio de 1532 en la travesía atlántica desde Santo Domingo hacia la Península, perdiéndose su cadáver en las profundas aguas oceánicas. Según el cronista fray Pedro de Aguado, Ortiz de Matienzo habría ordenado envenenarlo, teoría que no pudo nunca confirmarse. Tras su muerte, su tesorero y capitán Jerónimo de Ortal viajó a la Península para reclamar sus derechos como sucesor en la gobernación de Ordás. Aunque su capitulación (octubre de 1533) era mucho más modesta en objetivos, pronto acabó obsesionado con las riquezas del Meta. En 1535, Alonso de Herrera, alguacil mayor de Ordás y nuevo socio de Ortal, murió a manos de los indios tras remontar el Orinoco en su intento de descubrir para Ortal los secretos del país del Meta que Diego de Ordás no pudo desvelar.

Ordás, quien parece que no tuvo hijos legítimos, dejó como heredero a su sobrino Diego de Ordás Villagómez, hijo de su hermana Francisca y de Hernando de Villagómez, quien acabaría cediendo a la Corona, por recomendación del virrey Mendoza, la encomienda de Huexotzingo, manteniendo casa y apellido respetado en la Ciudad de México. El soldado y uno de los cronistas principales de la conquista de México, Bernal Díaz del Castillo retrató al que fue su capitán en los inicios de la empresa cortesiana: “Fue esforzado y de buenos consejos; era de buena estatura e membrudo, e tenía el rostro muy robusto e la barba algo prieta e no mucha; en la habla no acertaba bien a pronunciar algunas palabras, sino algo trabajoso; era franco e de buena conversación” (B. Díaz del Castillo, 1984: 449).  Fuente RAH.

 

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