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domingo, 28 de agosto de 2016

Corremos como pollos descabezados


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Relacionado con la felicidad y el bienestar, en el blog Salmón, ayer leí un extenso artículo titulado, Si el PIB no mide bien cómo va una economía, ¿Cómo lo hacemos? cuyo objetivo según el autor indica en el párrafo final que copio textualmente es: “simplemente replantearse si la búsqueda de un eterno crecimiento del PIB es una política económica adecuada. Esto no entra en conflicto con el hecho de que desde aquí siempre predicamos que toda sociedad ha de ser viable económica y socioeconómicamente: las cuentas tienen que salir para que el sistema sea sostenible.” Y luego continúa…

“Buscar la felicidad por la felicidad puede hacernos felices de alguna manera, pero no nos dará de comer, y la felicidad con rugido de estómago no es igual de plena para la mayoría de las personas. Quédense simplemente con la reflexión de que nuestras vidas se encuentran regidas actualmente por cifras macroeconómicas como el PIB, que no se traducen necesariamente en lo que buscamos: calidad de vida, bienestar y felicidad. Y lo que es peor, no hay ni consenso, ni voluntad real, y a veces ni siquiera posibilidad técnica, de que algún día el modelo cambie de orientación. Pero ahí seguimos, mirando con lupa las cifras anuales de crecimiento del PIB para guiar nuestros esfuerzos colectivos.”

La problemática expuesta en el blog Salmón es el uso del PIB o Producto Interno Bruto, como indicador económico principal y de las cifras de crecimiento del PIB como un indicador de que las políticas económicas aplicadas son positivas. Según la opinión del articulista en el tiempo de la posguerra de la Segunda Guerra Mundial el PIB si era un indicador fiable de mejora en la calidad de vida, pero dejo de serlo con cuando los precios de bienes y servicios ya no eran necesariamente reflejo de la calidad de vida. Pone como ejemplo que las presas (atascos) de vehículos aumentan el PIB por mayor consumo de combustible pero no así la felicidad de las personas.

Entre las conclusiones que se desprenden de la argumentación y análisis socioeconómico es que la felicidad y el bienestar suponen un concepto tremendamente heterogéneo y difícilmente medible. Otra conclusión es que hay unas necesidades básicas sin las cuales es muy difícil ser feliz, lo cual me trajo a la memoria la pirámide de Abraham Maslow o jerarquía de las necesidades humanas de 1943, con la cual completo el comentario del artículo, Si el PIB no mide bien cómo va una economía, ¿Cómo lo hacemos?, cuya crítica estaba dirigida al Estado Español, pero que bien podemos generalizar para toda Iberoamérica. 

Sobre el título, en España (y en Estados Unidos) se usa la expresión "correr como pollo sin cabeza" para referirse a una situación en la que se hace algo con mucha prisa y sin pensar en la actividad que se está haciendo, juzgar si tiene sentido o plantearse si realmente es tan necesario. Si les interesa como a mí la conexión entre la macroeconomía, la felicidad, el bienestar y desean leer completo el referido documento, aquí el enlace al Blog Salmón. Feliz y Saludable domingo. Rafael A. Vilagut.

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